En ocasiones al acercarnos a una persona, somos víctimas de un aliento cuya fragancia recuerda la esencia misma de olor a desagüe, con la propiedad inherente de repeler cualquier intento aproximacion.
Algunas veces esta dolencia es padecida por gente de conversación amena, con la preferimos la conversación telefónica y así escapar a la interlocución directa.
Para hablar claramente me refiero al mal aliento, llamado halitosis. El problema de padecer de halitosis es que el último que se da cuenta muchas veces es el que lo sufre.
El 90% de los casos de mal aliento detectados en estudios médicos y científicos, son predominantemente de origen oral; el 10% restante se relacionan con afecciones fuera de la boca.
En la boca se alojan una gran cantidad de bacterias que se nutren de restos alimentarios que quedan atrapados entre los dientes, o entre los dientes y las encías; cuando las bacterias digieren estos alimentos se desencadena un proceso inflamatorio (Periodontitis) que afecta a los tejidos alrededor del diente (periodonto) que sirven para fijar el diente al hueso que rodea las raíces del mismo; la mala higiene dental hace que este proceso inflamatorio se vuelva crónico y que progrese cíclicamente; los síntomas varían desde una leve inflamación denominada gingivitis que produce enrojecimiento, hinchazón, sangrado espontaneo o al cepillarse los dientes, hasta la formación de bolsas de pus entre el diente y la encía con pérdida del mismo.
Los desechos producidos por estas bacterias dan origen a unos compuestos sulfúricos volátiles que emanan aromas como olor a huevo podrido (sulfuro de hidrogeno) u olor a heces (metil mercaptano); o ácidos grasos de cadena corta como el butírico (olor a manteca rancia), propionico (olor a vomito) o valerico (olor a pies malolientes) entre otros; lógicamente productores del mal aliento.
Pero… ¿porque un cardiólogo habla de la halitosis?
Las enfermedades cardio vasculares constituyen la principal causa de muertes en países no violentos, y tienen su génesis indiscutible en la enfermedad de las arterias coronarias (arterias del corazón).
Desde hace muchos años sabemos que hay una relación entre las enfermedades de las encías con los accidentes cardiacos incluyendo el Infarto Cardiaco.
Ambas dolencias se caracterizan por dar pocas “señales de aviso”, a tal grado que la mayor parte de la población que las padece desconoce que las está sufriendo.
Al momento actual se ha encontrado un germen llamado Porphyromona Gingivalis y otros gérmenes causantes de periodontitis en los tapones de las arterias del corazón, y cada vez hay más pruebas que avalan la existencia de un mecanismo inflamatorio derivado de la influencia de las bacterias pobladoras de la cavidad oral.
La enfermedad periodontal y la enfermedad de las arterias coronarias tienen factores en común como: el tabaquismo, diabetes mal controlada y stress.
La mayoría de los factores de riesgo pueden ser modificados al cambiar nuestros hábitos, aunque tenemos que estar conscientes que puede existir un tipo de predisposición familiar en algunos casos.
La buena noticia es que en todos los casos, la posibilidad de contraer enfermedades periodontales se reduce drásticamente al incluir a la higiene oral dentro de las buenas costumbres y prácticas cotidianas.
Consultando con amigos odontólogos me explican que cepillar y utilizar hilo dental es la mejor manera de remover la placa que daña los dientes y que la secuencia de esto no hace ninguna diferencia .
De manera que limpiarse adecuadamente los dientes no solo lo libraran de un ataque cardiaco, sino también de las cadenas del mal aliento. Visite su dentista.